Hace unos días, fui a visitar a unos amigos a Extremadura, una tierra preciosa, tranquila, perfecta para disfrutar de la naturaleza y relajarse descubriéndola.
En uno de nuestros paseos matutinos, a primera hora de la mañana, vimos a un grupo de personas recogiendo algún tipo de fruto de la tierra.
Nos acercamos a verlo y eran calabacines….
¡Impresionante!, que trabajo más duro y que calidad de producto.
Estuvimos unos minutos hablado con el dueño de la finca, una persona muy amable y cuando nos fuimos me ofreció una bolsa con algunos calabacines para que pudiese disfrutar de ellos.
Ese mismo día, no tarde más, me puse a prepararlos.
Que ganas tenia de empezar a cocinar.
Antes de nada, los lave muy bien, estaban cogidos directamente del campo y quería quitarles el polvo que traían. Siempre se deben lavar las frutas y las verduras.
Le pedí prestado a mi amigo, un pelador de patatas con el que le quité la piel verde del calabacín, dejándolos completamente blancos.
Los corté por la mitad, a la larga y le realicé varios cortes en diagonal para facilitar el vaciado del calabacín. Me quedaron unos barquillos preciosos, hehehe.
Aparte en un plato las partes del calabacín que había vaciado, para cocinarlo más tarde.
Puse una sartén al fuego con un poco de aceite de oliva.
Piqué una cebolla en brunoise para tener dados pequeños, los puse en la sartén y las deje hasta que estuvo pochada y se doraba.
Lo mismo con dos o tres dientes de ajo, dependiendo del tamaño y de lo que te guste el ajo en las comidas.
Una vez terminado el trabajo con la cebolla y el ajo, me puse con el calabacín, lo piqué muy pequeño para que se cocinara antes.
Mezcle el ajo, la cebolla y el calabacín en la misma sartén. Le puse un par de latas de atún y un par de huevos cocidos que había rallado antes.
Sal y pimienta, que no falte nunca.
Unas vueltas en la sartén y el relleno esta listo para el calabacín. Os dejo una fotografía de cómo me quedo.
Y, por último, queso rallado.
Como quise tener cuidado con el calabacín, porque al quitarle la piel le quité consistencia al calabacín, los puse en el horno a 150 grados durante unos 15-20 minutos.
En el momento en el que la base del calabacín estaba cocinada y blanda, le puse los últimos 5 minutos a 180-200 grados.
Este es el producto final. Mira que pinta tiene.
Os puedo decir, que si hubiese preparado más calabacines se los habrían comido todos.
Es una receta fácil de cocina y con un sabor espectacular, pero sobre todo debo indicar que la materia prima era de primera.
Tenemos una tierra que da unos productos impresionantes y es gracias a esos profesionales que dedican innumerables horas de sus vidas a cuidar del campo.
Debemos tenerlos siempre en nuestras mentes, sin los agricultores, tendríamos muchísimos problemas para tener la calidad de vida que tenemos ahora.
Cuidemos de la agricultura, de los agricultores y de nuestra tierra. Sobre todo, por nuestro bien.
Un saludo a todos.
